Las palabras Doble moral y política parecen ir muy de la mano y son dos términos que van más allá de la simple definición de diccionario. Para muchos de nosotros, la política es una forma de vida, un camino para mejorar nuestras comunidades y una carrera por el cargo, mientras que la doble moralidad es una crítica a esa misma carrera a menudo degradando sus verdades y motivaciones. Por esta razón, se presenta la siguiente pregunta: ¿Cómo afecta la doble moral a la política y, en última instancia, a la democracia?
La doble moral en la política ha existido desde hace mucho tiempo y sin embargo, todavía es un problema para la democracia moderna. A menudo se considera una emocionante victoria para aquellos que practican la hipocresía y la doble moralidad en la política, mientras que para el público en general, la doble moral corta el corazón de la democracia, tanto en términos de confianza como de efectividad. La política es una arena competitiva, pero no debería ser la misma que se encuentra en el mundo de los negocios o el entretenimiento, donde se aceptan a menudo políticas deshonestas y engañosas debido a la finalidad única de ganar, en cambio, la política debería estar enfocada en los beneficios para la comunidad.
Es necesario mencionar que la doble moral no es un problema nuevo, de hecho se puede encontrar presente en la política desde la época de los filósofos griegos. Platón, uno de los filósofos más influyentes de la historia, dejó constancia en su obra “La República” de la naturaleza corrupta de la política. En ella, discute cómo el “noble mentiroso” puede ser necesario en la política, y cómo esta mentira nos lleva a la doble moralidad, dejando la verdad y la rectitud como opciones secundarias. Si bien es cierto que esto no significa que todos los políticos actualmente estén involucrados en una "mentira noble", es evidente que la doble moral todavía existe y no debe ser ignorada en cualquier medida.
La doble moral en la política también toma muchas formas diferentes, desde la corrupción financiera hasta las declaraciones públicas engañosas, las cuales son fundamentales para la democracia. Muchos políticos en todo el mundo han sido acusados de corrupción financiera, aceptando sobornos, desviando fondos y evadiendo y/o eludiendo impuestos. Este tipo de corrupción socava la democracia al debilitar el sistema de justicia y al desviar fondos de la sociedad, a menudo en favor de intereses privados. Sin embargo, tal vez sea la doble moral en las declaraciones públicas lo que más daña la democracia. Los políticos que dicen a sus votantes una cosa, y cuando están en el poder hacen lo contrario son un ejemplo perfecto de doble moral. Este fenómeno no es raro y se puede encontrar en todo el mundo, incluso en las democracias más antiguas.
Otra forma en que la doble moral puede afectar la democracia es a través de la división y la polarización. Esto ocurre cuando los políticos tienen una doble moral en su forma de abordar asuntos públicos, y la gente comienza a subestimar y / o justificar acciones contrarias a su propia ética o moralidad. En cambio, los políticos que actúan de manera coherente y sincera son los que fomentan la cooperación y la unidad en la sociedad, lo cual es esencial al momento de unir a la comunidad. Un ejemplo de esto es la necesidad de medidas contundentes para combatir el cambio climático, algo que algunos políticos reconocen como un problema urgente, pero luego si no apuran el proceso para abordar el problema, este se convierte en un asunto muy controversial dentro de la política.
La doble moral también ha llevado a la creación de cinismo e indiferencia en la sociedad política. Muchos ciudadanos ven política como un juego de poder y de intereses propios, y no como un sistema en el que su voz es valiosa. Esta falta de compromiso y desapego lento de las instituciones políticas puede llevar a la apatía y, en última instancia, a la abolición de la democracia.
En conclusión, la doble moral es un mal trampolín en cualquier ambiente, pero en la política, es especialmente peligrosa, ya que socava la confianza del público en la capacidad de los políticos para liderar de manera efectiva. La política y la doble moral no deberían ir juntas, y los políticos deben tener como prioridad la acción en beneficio de la comunidad, y no deben ceder a la tentación de la corrupción y del engaño, ya que de estar en contra de la moralidad, estará en contra de la democracia. La participación ciudadana en la democracia debe ser valorada y fomentada, asegurando un sistema justo y verdadero para el bienestar común. En conclusión, la doble moral en la política es algo que se debe abordar y erradicar para poder avanzar en una verdadera democracia.